Recientemente he sido preguntada en varias ocasiones por esta cuestión, incluso han pretendido discusión. Comprendo la lógica de la pregunta «si eres feminista y quieres cambiar cosas debes modificar la intimidad, porque lo personal es político.

Sin embargo, es un hecho que una de las fantasías más recurrentes en mujeres es la de la violación, o ser forzadas o que exista cierto tipo de agresión y es, además, independiente de la orientación sexual.
Si esto te sucede y eres feminista es más que probable que calles tus oscuros fantaseos so pena de ser desterrada del paraíso, pero… ¿Podemos controlar nuestras fantasías? Es más ¿debemos controlar nuestras fantasías?

Las fantasías son producto de nuestra imaginación y, por tanto, están repletas de contenido consciente e inconsciente, conformando así nuestro imaginario y en esto la cultura es la fuente, de ahí que encontremos en perfecta combinación prejuicios, miedos y una buena dosis de elementos prohibidos.

Lo importante es entender que las fantasías son situaciones no reales, no van a pasar al acto porque lo que les confiere esta cualidad es precisamente eso, que no son reales. De hecho, es muy común que suceda que quien intenta hacerla real se frustre porque nunca la realidad llegará a la altura de la fantasía. Freud, aunque no se caracteriza por dejar en buen lugar a las mujeres, definió las fantasías como representaciones no destinadas a ejecutarse.

 

Otro hecho es que las fantasías cumplen la función del juego en la infancia, cuando dejamos de jugar comenzamos a fantasear y su función es la de mantener equilibrio entre lo permitido y lo no permitido. Durante la infancia se juega con pasión utilizando temáticas que se saben no reales y no lo serán y es por ello que se disfruta, pueden «hacer lo prohibido» sin sufrir ninguna de las consecuencias negativas que conllevaría el hacerlas en la realidad. De esta manera, fantasear de forma consciente, en cierto modo nos aleja del síntoma, es decir, de la enfermedad.

Llegadas a este punto ¿debemos tener fantasías exclusivamente feministas?

Bajo mi punto de vista, debemos tener fantasías y disfrutarlas, tal cual, pero también ser activas y activos en cambiar el contexto, ejercer nuestro feminismo para que lo que nos rodea sea cada vez más igualitario, menos desigual.  Por tanto, la línea lógica es cambiar el contexto y a continuación las fantasías. Así, no siendo policías de nuestros placeres, controlamos de forma consciente lo que está prohibido y nos acercamos más a la salud. Esto no significa que sólo si tengo fantasías de violaciones vaya a estar sana, no, no es eso, sino que no hay por qué controlarla o limitarla como inadmisible. Además tiene el efecto de acercarme más a la erotofilia.

La Erotofilia es un constructo que intenta reflejar una dimensión de la personalidad. Se le llama Erotofilia – Erotofobia y se refiere a la atracción o rechazo que produce en nosotros los contenidos sexuales. La importancia de la Erotofilia radica en que se ha demostrado que las personas erotofílicas aceptan mejor su sexualidad, disfrutan de ella y son más responsables con sus comportamientos sexuales. Además se sienten más satisfechas con sus vidas, tienen mejor autoestima… En fin, no tiene más que ventajas.

En este contexto, las fantasías son uno de los facilitadores de la Erotofilia.

Respondiendo a la pregunta. No, no deben ser feministas, deben ser… Lo que sea, lo que surja y aceptarlas y aprovecharse de que no son reales y disfrutarlas.

Por último, no quiero dejarme atrás un hecho importante.  En la medida en que el contexto vaya cambiando, también el contenido de nuestro imaginario lo hará y para que este contexto, repleto de imágenes machistas, cambie es necesario que las profesionales que tenemos una responsabilidad actuemos. Si el campo de acción es en medios de comunicación, no repitiendo imágenes y mensajes sexistas; si es en terapia redireccionando hacia una vida privada más cercana a lo respetuoso, generando fantasías que no pasen por abusos, forcejeo o violaciones. Creo que tenemos mucho por hacer pero mientras tanto, no tiene sentido que el sentimiento de culpa  nos impida fantasear.